sábado, 1 de marzo de 2025

El colectivo

Volví a mirar el reloj y calculé mentalmente, llevaba parado en esa esquina poco más de cuarenta minutos sin ver aparecer el colectivo. Sin ver casi ningún vehículo por la calle, si descontamos a los dos o tres ridículos en sus monopatines eléctricos en una calle empedrada. Cuarenta minutos son dos mil cuatrocientos segundos, una infinidad de nanosegundos y un caudal sin igual de pensamientos y frustraciones por no haberme decidido a comprar el auto cuando podía hacerlo. Lo peor de todo es que había salido con tiempo más que suficiente para llegar y disfrutar de unos minutos de tranquilidad y solaz antes de todo lo que sucedería luego, pero esa tranquilidad fue transformándose poco a poco en ansiedad, en angustia, cuando a los diez minutos seguía parado en la esquina, cuando a los veinte minutos continuaba en el mismo lugar, cuando a la media hora apenas mantenía una leve expectativa de ver aparecer al colectivo un poco más allá, en la otra cuadra, con su cartel luminoso irreconocible por la distancia y la miopía. A los cuarenta minutos de estoica permanencia en la esquina ya había abandonado en la puerta del infierno mucho más que la esperanza.
    El compromiso al que debía llegar estaba pactado de antemano desde hacía semanas, llevaba esperándolo con tanta ilusión como la que ahora me hacía el ver aparecer el colectivo; por eso me había preparado y salido con mi mejor ánimo, con lo más cercano a la alegría que podría llegar a obtener por mí mismo y esperado que todo saliera bien para llegar de buen humor. No contaba con que circunstancias externas a mi persona y mis posibilidades intervinieran y que debería esperar, como se espera que suceda uno de esos milagros en los que nunca creí, por casi cuarenta y cinco minutos el colectivo. Pero no fue hasta los cincuenta minutos de espera rodeado por el persistente silencio de la media tarde de otoño que la más completa desolación ocupó mi pensamiento.
    Si hubiera decidido ir caminando en vez de esperar el colectivo, para este momento ya habría llegado, incluso con unos pocos minutos de antelación, cansado, sudado, sediento y con ganas de volverme, pero estaría allí y no aquí, en esta esquina. Ahora era tarde, estaba condenado a seguir esperando por el resto de la eternidad, y si es que existe algo después de la muerte, sin dudas también en ese después tendría que esperar.
    ―Bobby, vení para acá ―dijo una voz de mujer. Bobby suena a nombre de perro pequeño, de esos que pueden llevarse debajo del brazo, dentro de una cartera, en un cajón de frutas, no el de un gran danés que si decidiera agachar un poco la cabeza podría mirarme a los ojos y yo contemplar el vacío detrás de ellos―. Perdón, disculpe.
    Miré a la mujer y asentí muy lentamente para no alterar a Bobby.
    El enorme mastín se inclinó a oler el tronco del árbol junto al que estaba parado, volvió a mirarme y se alejó. Cada paso suyo eran tres o cuatro pasos de la mujer que no lograba darle alcance.
    ―¿Espera el colectivo? ―Me preguntó antes de llegar al siguiente árbol―. Mire que cambió de recorrido, no pasa más por acá.
    ―¿Qué? ―fue lo único que mi sorpresa me permitió articular.
    ―Para el lado del centro pasa a dos cuadras de acá. ¿De verdad no sabía? Ya hace varios días de esto ―Me miró como quien mira a un enfermo terminal desahuciado por todos los médicos de la ciudad, del país, del mundo.
    ―No, la verdad no lo sabía.
    ―Bueno, son dos cuadras nada más ―señaló en la dirección en la que debía caminar.
    Se alejó para intentar alcanzar a Bobby. Miré el reloj, ya era tarde, demasiado tarde para intentar otra cosa que no fuera volver a mi casa sintiéndome como el estúpido que siempre fui y seré.

El colectivo que tal vez esperaba.

27 comentarios:

José A. García dijo...

Arrancamos la temporada 2025 de Proyecto azúcar.
Espero que me acompañan en este nuevo año con sus lecturas y comentarios.

Saludos,
J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Seguro que seguiré acompañando.

Suele pasar que un colectivo tarde tanto.
Y que cambie de recorrido también suele pasar.
Que frustrante debió de ser para el personaje, toda una planeación frustrada por esas circunstancias.
Saludos.

Maia dijo...

Quizás sea tarde pero algo se puede hacer, ¿No?, un cambio de planes podría funcionar mejor que ir a casa a lamentarse.
Te vas metiendo con el personaje, sientes si letargo.

Cuando lo usaba... hace tanto... una vez al año cambiaba su ruta, un único día; y era un caos.

marce.libros dijo...

Odiamos a todas las líneas de colectivo que se confabulan en hacer de nuestras vidas un infierno. 😂

J.P. Alexander dijo...

Me gusto tu relato. Te mando un beso.

Anónimo dijo...

Pero al final...

gla. dijo...

Me quedé con la intriga
¿Con quién?
¿Qué pasó?
¿Qué onda?
A lo mejor el de la cita te estaba esperando aún...
Abrazos

Hola, me llamo Julio David dijo...

José. Más tonto ha de sentirse bobi, mira que nombrar así a un tremendo perro con un nombre tan ultra mega genérico, le resta a su personalidad, garbo, a su buen porte. Yo creo que alguien que quiere poco o nada a su perro, le pone ese nombre. Sin proponérselo, Bobi te salvó de la debacle total. Otro saludo.

Alfred dijo...

Le faltaba un móvil...
Saludos.

Gabiliante dijo...

El protagonista del otro extremo de la cita resulto atropellado por un colectivo que no pasaba por donde debía.
Como todas las cosas, la frustración hay que alimentarla, y un autobús es tan bueno para ello como cualquier otra cosa.
Tú sí que eres puntual, no como el prota. Dijiste primeros de marzo, y llegas el primero de los primeros( dias)
Abrazooo

Beauséant dijo...

La vida es esperar cosas que nunca llegan y conformarnos con las que sí aparecen ;)

Me pasó justo eso que has contado, sumado a la frustración de haberme informado el día anterior de la ubicación exacta de la parada. Pero, sorpresa, es que la web "no la actualizamos"... Creo que nunca he estado tan cerca de matar a alguien.

Nuria de Espinosa dijo...

Yo creo que nunca es tarde, aunque a veces el proyecto se frustre, siempre se puede volver a empezar.
Original texto.
Un abrazo

Coŋejo pestilente dijo...

Ese maldito momento de "si me hubiera ido caminando ya estaría a medio camino, si tomo el camión ahora llegaré casi al mismo tiempo, pero tengo que esperarlo, y si no llega me iré caminando perdiendo TODO el tiempo del mundo", la historia de mi vida.

Dyhego dijo...

¿Quién no se ha visto así en algún ocasión?
Salu2.

lanochedemedianoche dijo...

Jajaja, increíble perderse entre una espera y un perro llamado Bobi, realmente me dio mucha gracia todo, me encanto, me alegro de que estés de regreso.
Abrazo

lunaroja dijo...

Me sentí parada en esa esquina, esperando eternamente un colectivo que no pasaría nunca por allí...Recordé mis viajes en el 60 y cuantas veces seguía de largo,y me quedaba con la misma cara y frustración que tu protagonista.
Hacés de lo más sencillo una historia que te atrapa.
Un saludo.

Menta dijo...

Interesante texto,tambien me puso nerviosa en la espera y sin mayores datos.Atodos mas de alguna vez nos sucede.Te dejo un abrazo!

Jose Casagrande dijo...

Creo que este es uno de los relatos con cierto final feliz, porque la dama del gran danes, podria simplemente pasar de largo sin hacer conversacion.

asi el protagonista nunca hubiera sabido lo del cambio, claro que supongo si no hubiera sido esa dama.... con el paso de las horas, al protagonista le habria entrado dudas.... quizas ese seria un cuestionamiento ¿sera que cambiaron el recorrido de la ruta?, supongo dudaria de como verificarlo......pero en final final feliz porque supo la verdad.

Irene F. Garza dijo...

Bienvenido, José.
Llegas justo a tiempo, tranquilo, el bus te ha recogido a su hora y dejado en la puerta, :)
Espero que haya ido muy bien este pequeño descanso.
Un fuerte abrazo.

María dijo...

Claro q sí! te acompañamos encantados! además tus letras , aunq tarden siempre llegan y la espera se ha hecho corta y totalmente recomendada con ellas ...yo ya estoy subida a ti autobús, puedes llevarme a donde te plazca ahora ; )

Un abrazo y muchas gracias por el paseo!

lichazul dijo...

Suele pasar que erramos la parada porque no estamos al tanto del cambio , solo importa el ombligo personal

Gracias por tu huella 💐😊

Cabrónidas dijo...

A ver, nunca sabemos las cosas hasta que nos las dicen o nos enteramos. Dicho así, parece una chorrada muy obvia. Yo no sabía que un colectivo, más allá de una agrupación de individuos, también podía ser un autobús.

mariarosa dijo...

Odiosos colectivos. Me ha sucedido lo mismo con el 127 que cambia y no pone un cartel de aviso. Saludos.

mariarosa

Buscador dijo...

Hace un rato el amor de mi vida me dice que quiere una cita conmigo y hace un año que me divorcié. Ella dice que me ha esperado una eternidad y que no puede vivir sin mi. Es primero de agosto de un verano con record de temperatura y yo estoy esperando el bus para que me lleve al otro lado de la ciudad. Tomo asiento y espero en la parada. Pasa media hora con 40 grados a la sombra. Al lado de la parada hay una heladería. Me tomo una granizada de limón y pasada media hora, un helado de chocolate. El bus no aparece. Pasan por la parada el 5,el 6,el 10, el 8 pero el mío tarda y tarda.

No tengo teléfono y hace dos horas que estoy esperando. Pasan cinco horas y yo me mantengo a la espera y, llega la noche. La calle se hace vacía. Antes he comprado en la heladería una botella de dos litros de agua congelada y espero; espero todo lo que haga falta para volver a ver a mi amor.
Llega la madrugada y todo es silencio. Un vagabundo me pide un euro para tomarse una cerveza y una chica de la calle me hace proposiciones deshonestas de las que rechazo. Me quedo dormido soñando con mi amor que me espera ligera de ropa y carmín en los labios.
En el amanecer la ciudad cobra nueva vida. Justo enfrente de la parada hay un super. Me compro un café, unos dulces y vuelvo a la parada para ver si ya llega mi Bus...
Pasan dos días. Una tormenta de verano deja 20 litros de agua en media hora, son las cuatro de la tarde y todos los autobuses urbanos desfilan delante de mi menos el que yo espero pero, sigo paciente; empapado hasta los huesos y sigue pasando el tiempo...
Pasan dos semanas y los vecinos del barrio ya me conocen. Alguna mujer me trae comida y otras me piden que le aguante el perro mientras compran en el supermercado. El tiempo pasa y pasa. Una vecina me deja el baño de su casa para afeitarme y hasta me presta ropa de su difunto marido mientras lava la mía pero yo sigo en la parada del bus siempre atento por si llega mi número...
El mes de diciembre es frío. Me prestan mantas, algunos vecinos me hacen compañía y hasta me regalan doce uvas para que el 31 de diciembre me las tome porque traen buena suerte...
Me he hecho famoso en la ciudad pues ya llevo cuatro años en esta parada con el fin de tener una cita con mi amor. La radio local me hace un especial y la televisión me saca por las noticias de las tres. Mi hija ya sabe donde estoy y un día me visita para presentarme al que será su prometido. Los dos me visitan y me traen regalos. Me emociono al verla hecha toda una mujer después de tanto tiempo y el tiempo sigue pasando unos años mas.
El super se convierte en un banco y la heladería en un estanco. Hay vecinos que les tengo cariño después de tantos años aquí en la parada y otros por desgracia han fallecido.
Con 65 años mi gestor me visita para decirme que ha llegado el tiempo de mi jubilación; que tengo buena pensión para pasar el resto de mis días y...siguen pasando los años en esta parada esperando el bus que me lleva a mi amor.
Los años no perdonan. Vivir bajo el cielo del día y de la noche, hace que mi salud se resienta y ya tengo muchas goteras. El médico me visita en la parada de vez en cuando y la farmacéutica del barrio me trae mis medicamentos...
Siento que mi amor por Mercedes no mengua. La amo por encima de todo pero con 80 años aquí, en la parada del bus, a veces la vida se me hace interminable. Mi razón a veces no rige y se me olvida todo; hasta me pregunto por qué estoy en esta parada con un billete para el bus del año catapum...
Pasan dos años mas y Alejandro tiene la razón perdida. Cruza la calle sin reparar que el bus 11, el bus que tanto esperaba, lo atropella con pena de muerte.
La ciudad está consternada. El alcalde no se explica como puede suceder una desgracia tan grande y en su honor, justo en el mismo asiento de la parada, una estatua de Alejandro con un billete en la mano, marca la memoria de todo lo que pudo haber sido...

Buscador dijo...

He cambiado el final y no puedo publicar en tu blog porque el comentario es demasiado extenso. Si me haces el favor copia el texto en mi blog y lo pones en el tuyo.

Un saludo. Siempre es una placer escribir por aquí

Luiz Gomes dijo...

Boa tarde de segunda-feira, com muita paz e saúde. Meu caro amigo José. No ano passado tive uma experiência, sobre ônibus. Cheguei às 6:45 e a partida seria às 7:00. Esqueci, algo importante na pousada onde eu fiquei hospedado, perguntei ao motorista, você pode me esperar 2 ou 5 minutos? Ele respondeu, com arrogância, não posso, meu horário de saída será às 7:00. Corri muito para não perder o horário das 7:00, Cheguei às 6:57. Como resultado da arrogância dele, o ônibus só saiu às 8:00. Deus tem o controle do tempo e não o homem.

carlos perrotti dijo...

Vendré, amigo, a leerte, pero no en colectivo, por las dudas...